meditacion del cuenco vacio

Hoy vamos a guiaros a través de una meditación muy especial, Kevala Kumbhaka o meditación del cuenco vacío. Practicada en el budismo durante largas generaciones, aporta grandes beneficios tanto en el cuerpo como la mente.

Cómo realizar la meditación del cuenco vacío

Como en cualquier meditación, siéntate de forma cómoda en una habitación en silencio, con las palmas sobre las rodillas y mirando hacia arriba, como si fueran cuencos vacíos.

Abre la boca ligeramente y toca con tu lengua el paladar.

A partir de ahora, concéntrate en la respiración, atento a cómo entra y sale el aire de los pulmones, sin hacer esfuerzos por tu parte.

Sin perder de vista el movimiento de la respiración, ahora concéntrate también en la nariz, siente el aire que entra por ella y el aire que sale, así como su temperatura. Imagínate entrando en tu nariz para sentir esto.

Despues de algunos minutos observando desde tu nariz como entra y sale el aire, síguelo, baja por la garganta, la traquea, los pulmones, hasta el diafragma, eres diminuto y te deslizas por tu interior siguiendo el recorrido del aire, hasta el ombligo, allí se produce una parada en la respiración. Quédate en esa parada por un instante y cuando vayas a exhalar, sigue el recorrido del aire esta vez hacia arriba y hacia afuera.

Cuando el aire salga aproximadamente a 10cm de tu nariz, se produce una segunda parada, vuelve a quedarte en esa parada por un instante.

Estas dos paradas son muy importantes, una en el fondo del ombligo cuando el aire entra y otra a 10cm de la nariz cuando el aire sale. Llegadas a estas 2 paradas, el aire se para y también el tiempo, porque el tiempo es el movimiento del aire. Cuando el aire se para, también descansa la mente, porque la mente es el movimiento de la respiración. Cuando la mente descansa, simplemente existes, sin cuerpo, sin mente y sin respiración.

En esa parada nos convertimos en un cuenco vacío, y cuando somos un cuenco vacío, todo existe en el momento presente. Nos encontramos quietos en esa parada, una parada que es una puerta hacia la tranquilidad y la paz que nos rodea.

El presente se para, somos un cuenco vacío rodeado de paz y tranquilidad.

Cuando estemos listos, traeremos nuestra conciencia de nuevo a nuestro cuerpo, abriremos los ojos y continuaremos el día, llenos de un sentimiento de paz.

Repetir las veces que se quiera, al día, todos los días que se desee, durante semanas y meses, con cada nueva meditación notaremos como irá cambiando la percepción que tenemos de lo que nos rodea.

Este es un ejercicio genial no solo a nivel mental, también respiratorio ya que trabajamos con los pulmones y la respiración, mejorando su funcionamiento y aliviando el estrés. Al principio puede ser complicado concentrarse y es fácil perderse, simplemente hay que retomar la meditación cuando uno se distraiga hasta finalmente poder convertirnos en dicho cuenco vacío.

Esperamos que os haya gustado la llamada meditación del cuenco vacío y, de ser así, haced clic en me gusta y compartidlo con vuestros seres queridos, ¡buen fin de semana!

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